Un año más, Lino, Alfredo, Jose, Francisco, Poldi y yo (Waldo no acostumbra) nos desplazamos al siempre entrañable pueblo de Arbo. La casa de José y Rosa, como si de la nuestra se tratara, nos abrió las puertas para de viviéramos y disfrutáramos de una nueva jornada inolvidable. Llegamos con un mínimo retraso debido a un incidente de situación-localización, alli nos estaban esperando y comenzamos rápidamente la tarea de llenar las botellas que cada uno tenía previsto. A mitad de jornada iniciamos la primera parada obligada, para reponer fuerzas con un exquisito conejo frito y jamón de la casa, todo regado, como no, con el vino nuevo que estábamos embotellando. Seguidamente nos pusimos nuevamente al tajo, dándole muy duro y sin apenas roturas ni incidencias finalizamos el cuantioso trabajo sobre las dos de la tarde. Con todo el trabajo ya realizado y nuestra valiosa mercancía ya en nuestros vehículos tuvimos la ocasión de degustar un magnifico cocido que nos preparó Rosa con todo su buen saber y excelente material casero. El próximo año volveremos. Muchas gracias José, Rosa, Pedro, Paula y rapaces. Fue realmente una jornada estupenda
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