Con los nervios a flor de piel y puntualidad prusiana, como unos universitarios a punto de licenciarse, Ubaldo y Amigo se presentaron al determinante acto del pesaje. La tensión era implacable, pero la báscula insobornable dictó sentencia:
Estos son los pesos:
Ubaldo: 88,10
Amigo: 85,30
Ya todo ha comenzado.
1 comentario:
Bueno, no me digáis que esa báscula no está trucada, yo creo que habrá que calibrarla, porque 10 kilos más seguro que tenéis; de todas formas yo me anoto a lo de la dieta, no tan estricta, soy más realista.
José Manuel (casi el único que entra en el blog), ese el de Santiago
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