Es evidente que la mar, como a mi me gusta llamarla, es cambiante como una mujer, desafiante como un trapecista, arrogante como un torero, tranquila como un amanecer y sorprendente, muy sorprendente como Poldo y Waldo.Un buen día Poldo acuño el término:
"Leer el mar".
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Leopoldo lee el mar con pasión, pero desde un sentido práctico, ciñéndose fundamentalmente en la influencia del estado de la mar sobre la pesca. Es frecuente ver a Poldo casi en estado de éxtasis, valorando el color, la temperatura, la frecuencia de las olas, la fuerza y dirección del viento, la pleamar y bajamar, la luna...etc.
Leopoldo lee el mar con pasión, pero desde un sentido práctico, ciñéndose fundamentalmente en la influencia del estado de la mar sobre la pesca. Es frecuente ver a Poldo casi en estado de éxtasis, valorando el color, la temperatura, la frecuencia de las olas, la fuerza y dirección del viento, la pleamar y bajamar, la luna...etc.
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Ubaldo lee el mar como Espronceda recitando su: "Con diez cañones por banda y viento en popa a toda vela, no corta el mar sino vuela mi velero bergantín,..." Sin embargo su pensamiento es más fugaz y no menos efectivo, ciñiendo su lectura a un:"Voy a la Playa o no voy a la playa", "Voy a pescar o no voy a pescar".
Yo en cambio disiento enormemente de sus lecturas. Yo creo que el mar
se siente, el mar se vive.J. Amigo.
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