Este primero de mayo miles de trabajadores y trabajadoras hemos
recorrido las calles de España bajo el lema: “la solución: subir salarios,
contener precios, más igualdad’
Tras dos años de limitaciones en las celebraciones del día
del trabajo hemos vuelto a pisar las calles con una afluencia importante, según la policía local de Vigo: 3.000
personas en la manifestación de CCOO y UGT, 2.500 en la manifestación de la CIGA
y 300 en la de la CUT.
En la manifestación hubo muchas alusiones a las famosas
movilizaciones de 1972 en Vigo ya que en septiembre se cumple 50 años de estas
manifestaciones que paralizaron la cidad de Vigo durante 15 días.
Decenas de miles de trabajadoras y trabajadores se jugaron
el empleo y la vida para exigir unas condiciones laborales dignas con unas
manifestaciones y unos enfrentamientos con la policía muy duros.
Yo, que tenía
15 años, vivía en el Calvario y siendo la Iglesia de los Picos (la Iglesia
Roja) el refugio de los manifestantes; el Calvario se convirtió en uno de los puntos más conflictivos de las movilizaciones con importantes enfrentamientos con la policía,
policía que se decía que venía de Valladolid y que nunca la habíamos visto con
escudo, casco y metralleta.
En septiembre de 1972, tres años antes de la muerte del
dictador, la industria de Vigo mantuvo durante más de
dos semanas una huelga
general que llegó a sumar más de 16 mil trabajadores. Hubo más de seis mil
despidos, que finalmente se quedaron en 400, y el golpe de fuerza de los
obreros vigueses llegó a convertirse en una
verdadera preocupación para el
régimen de Franco.
Las movilizaciones comenzaron con reivindicaciones del
personal de Citroën, que enseguida sumaron la solidaridad de todo el movimiento
obrero vigués. El 6 de septiembre el comité de empresa de Citroën Hispania
reivindicó la jornada de 44 horas en la negociación del convenio colectivo y convocó
los primeros paros. Tres días después la empresa comunicó el despido a 5
trabajadores y expedientó a otros cuatro sindicalistas. El lunes 11 a las seis
de la mañana los trabajadores se concentraron en la fábrica e iniciaron una
marcha hacia Reyman y Barreras para pedir la solidaridad de los trabajadores.
Vulcano también se sumó al paro y una gran manifestación recorrió la ciudad. A
medida que avanzaba la semana más y más trabajadores se sumaban a la huelga y
el jueves se calcula que ya eran más de 16 mil, entre ellos los del transporte
público.
También iba llegando más policía a la ciudad y las cargas y
detenciones se multiplicaban. Y las empresas comenzaron a enviar millares de
cartas de despido. La huelga se desactivó 15 días después de su comienzo, pero
también se anularon la mayor parte de los despidos. Hubo una gran represión
pero el movimiento obrero y sindical salió reforzado.